Nuestros vinos son una verdadera expresión de la naturaleza y la tradición. Elaborados sin alteraciones artificiales, respetando las técnicas y las culturas pasadas de generación en generación.
En Peñaranda de Duero, un pintoresco pueblo medieval enclavado en la Ribera del Duero conservamos nuestras viñas como un tesoro familiar. Nuestros viñedos son principalmente antiguos y manteniendo intacta la herencia de nuestros abuelos y tatarabuelos.
Durante años, destinábamos nuestra cosecha a la cooperativa Castillo de Peñaranda, salvo una pequeña parte con la que elaborábamos nuestro propio vino en la bodega de casa, la cual se había convertido en un lugar de reunión para merendar o almorzar con amigos y familiares. La posibilidad de generar una elaboración de vino en la bodega de casa, la cual había quedado en desuso tras la creación de la Cooperativa de vino, de la que nuestros padres formaron parte es una apuesta por un vino natural, elaborado de manera tradicional y sin añadir ningún tipo de aditivos.
El vino que elaboramos sin aditivos ni sulfitos no es solo una bebida, sino una manifestación de nuestros valores y principios más profundos. Para nosotros, hacer vino de forma natural significa mucho más que simplemente crear un producto saludable. Se trata de una forma de vida, de una filosofía que nos conecta con la tierra, con la naturaleza y con nuestra propia identidad.
Cuando comenzamos a elaborar este vino, nos enfrentamos a la incredulidad y el escepticismo de quienes nos rodeaban. Pero no nos dejamos intimidar y seguimos adelante, confiando en nuestra visión y en nuestro amor por la viticultura. Para nosotros, hacer un vino auténtico significa honrar la memoria de nuestros antepasados y su profundo conocimiento de la vid y del terroir.
Elaborar este vino es un proceso que requiere paciencia, dedicación y mucho cuidado en cada etapa del camino. Desde la poda de las vides hasta la fermentación y el embotellado, estamos comprometidos con la calidad y la autenticidad de nuestro producto. Hacemos todo lo posible para que el vino refleje la esencia pura de la uva, sin añadir nada que pueda alterar su sabor o su aroma.
Para nosotros, compartir este vino con los demás es una forma de difundir nuestra pasión por la viticultura y la enología, y de hacer un pequeño aporte a la preservación del patrimonio vinícola de nuestra región. Cada botella que vendemos es una forma de transmitir nuestros valores y principios a quienes lo prueban, y de invitarlos a formar parte de nuestra comunidad de amantes del vino natural.
Nuestro vino forma parte del vino natura y la cultura de nuestros tatarabuelos, a la que nos sentimos ligados, y no queremos olvidar.
Jesús Cristóbal Villanueva
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